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31/8/18

UNA INFILTRADA, UN BURGER Y ELVIS (así se destapó el crimen que conmociona EEUU)

Philip Snider quiso tener un detalle con su mujer enferma... o, al menos, eso decía de cara a la galería, hasta que las autoridades confirmaron que la realidad era mucho más cruda.

Como cada mañana, Philip Snider acudía al Burger King de Hartville (Ohio) a tomar su matutino café. Hacía tres meses que su mujer, Roberta, había fallecido y, desde entonces, la policía de dos estados trabajaba duramente por tratar de resolver un caso que se empezaba a antojar extraño y de difícil solución. Lo que no esperaba es que Larry Dordea, amigo íntimo y jefe de policía de la localidad, esa mañana no entrara al recinto para desayunar con él sino a detenerle.

Todo comenzó cuando, el día de año nuevo, Philip Snider quiso dar una sorpresa a Roberta. Ella, gravemente enferma de cáncer, era consciente de que sus días estaban llegando a su término y su marido quiso darle un homenaje: a sabiendas de que se trataba de una gran fan de Elvis Presley, quiso llevarla a conocer Graceland, la famosa mansión en Memphis del rey del rock, para, después, pasar una noche en el Day Inn, el motel inspirado en el cantante con piscina en forma de guitarra.

Se trataba de un viaje de más de 1.100 kilómetros, pero un desplazamiento así por una buena causa evitó las sospechas de la familia. Aunque todo cambió cuando Snider volvió a su casa: llamó a varios familiares por teléfono, a los que confesó que Roberta había fallecido en Memphis, exactamente la misma historia que contó a sus allegados en el Burger King donde siempre desayunaba. A todos ellos les aseguró que una ambulancia había intentado salvarla... Pero algo no encajaba.

En su versión original, Snider aseguró que su esposa había fallecido en la carretera y que un vehículo medicalizado al que avisó trató de reanimarla, aunque sin éxito. Estas declaraciones dieron lugar a que la familia se pusiera en contacto con las autoridades de Memphis, con el objetivo de localizar el cuerpo de Roberta, momento en el que llegó la primera sorpresa: no existía registro ni de esa llamada ni de que se hubiera producido esa atención, lo que hizo intervenir a la policía.

Pronto, las autoridades descubrieron que Snider había mentido: las cámaras de tráfico y el uso de las tarjetas de crédito confirmaban que había llegado hasta Graceland y el motel, pero que lo había hecho completamente solo. Ahí, llevó a cabo su primer cambio de versión, afirmando que tras fallecer en plena carretera, había decidido no avisar a nadie, envolverla en unas mantas y meterla en el maletero para que, al menos, conociera el templo de Elvis póstumamente, lanzándola después al río Tennesse.

Pero, tras varios días de trabajo bajo el agua, la policía tampoco logró encontrar nada, lo que motivó que decidieran registrar su casa en busca de alguna pista. Y, efectivamente, allí encontraron una de las claves: una sudadera, una de las favoritas de Roberta, que tenía una mancha de sangre. Los posteriores análisis confirmaron que se trataba de ADN de la mujer al 99,99%, lo que daba indicios de que el caso podría tratarse de un asesinato. La policía tuvo una idea.

Snider continuó yendo, como cada mañana, al local de comida rápida para desayunar. Fue allí donde conocería a otra mujer, con la que tres meses después ya había trabado una amistad. En uno de esos cafés matutinos, la mujer le confesó entre lágrimas que no podía más: desde hacía años, cuidaba a su madre enferma, lo que la tenía completamente agotada e incluso la había llevado a desear su muerte para liberarse de esa carga que la atormentaba.

El hombre, sorprendido por un nuevo vínculo que le unía a ella, no tardó en confesarle la verdad: él había matado a su mujer y se había inventado el viaje a Graceland como una tapadera. En la conversación, aseguró que él y Roberta habían discutido y que, tras regresar a casa, se la encontró dormida, siendo entonces cuando le golpeó en la cabeza con un martillo. La mujer, a la que creía una amiga, era una agente de la policía secreta: pocos minutos después, su amigo Larry Dordea le detenía.

Tras confesar dónde se encontraba el cuerpo de su mujer y el arma homicida, ahora se enfrenta a una pena de prisión de al menos 20 años. Así es como se descubrió el último asesinato que conmociona a los Estados Unidos, sobre el que el propio juez, Frank Forchione, tiene su propia opinión: "Es uno de los crímenes más horribles que he visto en mi vida. Los lugares más calientes del infierno están reservados para gente como él".

Fuente: elconfidencial.com